miércoles, 17 de enero de 2018

CONSTANTINO Y LOS INICIOS DEL CRISTIANISMO


Pocos personajes históricos han sido sometidos a tan fuerte reconstrucción histórica e ideológica que Constantino.
El origen de esto debe encontrarse en su relación con el cristianos, pues como ya vimos aquí, firmó en 313 (con el papa Silvestre I) el famoso Edicto de Milán que daba libertad religiosa a los habitantes del imperio, favoreciendo directamente al cristianismo.
A partir de entonces, los cristianos no solo pudieron practicar libremente su religión, sino que fueron convirtiéndose (aún de facto, hasta el edicto de Telasónica) en la religión del Imperio.

Todo ello comienza en la famosa batalla del Puente Milvio, una típica lucha de poder entre los dos dos Augustos que controlaban el imperio desde la instauración de la Tetrarquía desde tiempos de Diocleciano.
Su victoria sobre Majencio (el otro Augusto, autoproclamado emperador) en las afueras de Roma le dejó como único Augusto de Occidente.
Sin embargo, años después, toda esta historia militar se convirtió en un éxito religioso, cuando Eusebio de Cesarea narró en sus escritos la famosa visión de Constantino la noche anterior de la batalla.
Cuando este dormía, un ángel se le apareció y mostrándole una cruz (según algunos autores, un crismón) le dijo la famosa frase: Con este signo, vencerás.

Sea o no cierto todo ello, lo que está comprobado es que entre los asesores de Constantino existían numerosos cristianos y, posiblemente, el emperador vio en esta religión en alza el apoyo fundamental para unos tiempos tan convulsos, una especie de cemento del poder imperial.
Posiblemente por ello firmó el Edicto de Milán y colaboró activamente con la comunidad cristiana, mecenando sus primeras basílicas (San Juan de Letrán, la basílica de Santa Cruz de Jerusalén, San Lorenzo o San Pedro del Vaticano).
Se convirtió, además, en árbitro de las distintas querellas religiosas (como el donatismo africano o el arrianismo, al que se condenó como herejía en el Concilio de Nicea), creando tribunales eclesiásticos independientes de la justicia imperial.
Pese a todo ello, nunca se bautizó hasta unos días antes de su muerte y mostró un verdadero sadismo (Robert Hughes) en su política represiva en lo sexual (quemando vivos a los violadores, abrasándolas con plomo hirviente por su garganta a las nodrizas que animaran a las jóvenes a fugarse con sus amantes...) verdaderas "locuras misóginas de ascetismo cristiano)

Ya nos ocupamos aquí del Constantino mecenas, pero no podemos terminar este artículo sin mencionar tres de sus grandes contribuciones.

La primera fue la de convertir la pequeña ciudad de Bizancio en la gran Constantinopla, que andando el tiempo será la gran capital del Imperio de Oriente (Aquí ya visitamos alguno de sus restos arquitectónicos)















La tercera parte de una falsificación posterior (la Donación de Constantino) que hasta el siglo XV puso las bases de la importancia del Papado
Capilla de San Silvestre
Tomada de wikipedia.


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