lunes, 22 de enero de 2018

Texto. El final de Savonarola

—Girolamo Savonarola, ¿confiesas haber cometido herejía y haber ofendido al Señor? —preguntó Saluti.
Savonarola sudaba copiosamente, y estaba pálido como un cadáver. Elevó la mirada al cielo, con los mismos ojos de los mártires en los frescos de las iglesias, pero sus labios no emitieron ningún sonido.
El cardenal le hizo una señal a Saluti y él volvió a hacer girar la rueda. Unos segundos después, un grito de dolor más propio de un animal que de un hombre ocultó los desgarradores crujidos de los brazos del fraile al ser separados de su cuerpo.
Saluti volvió a hacer la misma pregunta:
—Girolamo Savonarola, ¿confiesas haber cometido herejía y haber ofendido al Señor?
 —Lo confieso —dijo el falso profeta en un susurro apenas audible. Todo había acabado.


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