miércoles, 16 de septiembre de 2015

EL CONCILIO DE TRENTO

Tomado de wikipedia
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Como ya hablábamos en el artículo sobre la Contrarreforma, el Concilio de Trento fue una de las piezas claves en la regeneración y expansión de la Iglesia tras la crisis de la Reforma.
En un principio se intentó realizar un concilio que englobara a protestantes y católicos para evitar el cisma, dando así un marco más general (y eclesiástico) a los intentos de acuerdo que Carlos V había comenzado en la Dieta de Worms.
Tanto el emperador como Lutero tenían esta opinión pero se encontraron con un Papado reticente (comenzando por Paulo III) y que alargó los plazos hasta que las Guerras contra los protestantes hicieron ya imposible cualquier tipo de acuerdo.

El Concilio se convirtió, por tanto, en un tema exclusivamente católico, que pretendió negar la doctrina protestante a la vez que intentaba regenerar las estructuras de la iglesia y acercarse de una forma más efectiva a los fieles.
Pasquale Cati. Capilla Altemps. Santa María del Tratévere

Celebrado, con interrupciones, entre 1545 y 1563, dirigidos por representantes de la recién fundada Compañía de Jesús.
Emblema de la Compañía de Jesís

En el terreno doctrinal, la Iglesia Católica casi se limitó a afirmar todas las reformas promovidas por los protestantes
1.- Se admiten, junto a las Sagradas escrituras, toda la patrística (negada por Lutero) y los textos de concilios anteriores. Para evitar desviaciones en los textos se propuso como único texto canónico la Vulgata de San Jerónimo  que fue sometida a una fuerte criba para evitar errores.
2.- Confirmaron los dogmas rechazados por los luteranos (presencia real de Cristo en la Eucaristía, veneración de la Virgen, los santos y las reliquias, los siete sacramentos, la importancia de la confesión frente al libre examen, las obras de caridad unida a la fe como base para la salvación, reafirmación del Purgatorio)

San Ignacio y la Eucaristía, uno de los grandes dogmas defendidos en Trento por parte del verdadero ejército espiritual del Concilio, los Jesuitas


Organizativamente se afirmó la supremacía del Papa y se reorganizaron los principales obispados, con la consigna que fuera los obispos los que pusieran en funcionamiento los decretos de Trento (como Carlo Borromeo en Milán, que sirvió de ejemplo magnífico para otros prelados).

En el aspecto moral se intentó regenerar el Clero aumentando su nivel educativo (a través de Seminarios diocesanos y publicación de un Catecismo que dejara por escrito y de una forma tajante la doctrina de la Iglesia) y condenando todo tipo de prácticas corruptas y amorales en los religiosos.




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